María Auxiliadora Chirinos
Escritora, poeta y docente venezolana. Siquisique, Estado Lara, Venezuela, 1958. Profesora egresada de la UPEL-IPB. Perteneció al grupo literario Huellatinta de Barquisimeto. Ha publicado los libros Desconocidas (poesía) y Querellas (poesía). Forma parte del concejo editorial del grupo Maltiempo. Ha participado en numerosos recitales de poesía a lo largo y ancho de Venezuela. Sus poemas han sido publicados en diarios locales del Estado Lara y en algunas revistas literarias de circulación nacional. Su obra ha sido reseñada por diversos ensayistas y varios de sus poemas han sido recogidos en varias revistas y antologías.
Obras disponibles:
La poesía de María Auxiliadora Chirinos
representa una búsqueda desde la ilusión, desde una brevedad que erige
ventanales para arrojar luz sobre diversos temas, la mujer ¾desde una perspectiva de estar en la vida y
no de sus atributos físicos¾,
uno de ellos y quizás el más insistente. Esta búsqueda de ninguna manera
pretende establecer conclusiones alrededor del tema, sino más bien incitar a
los lectores para que unan las piezas que ayuden a entender el todo, si es que la
palabra “entender” sea la más apropiada. En todo caso, vamos al encuentro de
unos versos que nos hablan de un árbol ausente, una metáfora que puede ser asociada
a esos sueños que quedaron en la vía y que no fuimos capaces de recuperar y que
ahora estorban como ramas secas amontonadas en el camino. Pero dicha metáfora
también puede estar relacionada con el ser paralizado en que nos hemos
convertido, amores que están y no están, que a menudo pasan a nuestro lado y
que ya no reconocemos pues de ellos sólo quedan los zapatos y una que otra
prenda en el closet.
Por otra parte, navegar en sus versos hace que del cielo se desprendan imágenes que suelen ser inquietantes, cuadros que sobrevienen desde una geografía interior que guardan secretos, objetos, intimidades e incluso voces. Todos esos elementos se mezclan para crear ecos que dan cuenta de un sendero por donde deambula, de nuevo, esa mujer simbólica que, callada y abrumada por la sed, se atreve a decir: “aprendí a sacarme las tunas”
Finalmente, aunque el gallo cante y el sol de cuenta del verano, el gato siempre se echará a dormir sin importar el recorrido de las manillas del reloj. De modo que ya habrá tiempo para un nuevo día, y allí, ante esa oportunidad, dispondremos de otra hoja para escribir un poema, uno que dibuje el rostro de Marilyn, Frida, Anna o Madame Bovary, y junto a ellos la posibilidad de abrir espacios para el diálogo entre grandes personajes quienes, aprovechando el libro abierto, escaparán hacia la ciudad bendita, allí donde cada noche canta y baila la gitana más hermosa que alguien haya visto.
El editor.
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