miércoles, 6 de diciembre de 2023

 


Gabriel Saldivia

(El Tocuyo - Edo, Lara, 1956)

 


Cursó estudios de Castellano y Literatura en la UPEL y Letras en la Universidad Central de Venezuela.

Ha publicado los libros Concierto de Pasos (Barquisimeto, 1979). Brasa de sol (Editorial La Oruga Luminosa, 1998). Ceniza inicial (Editorial Eclepsidra, 2002). El Confesor (Editorial La Espada Rota, 2003). El Corroncho (Editorial La Casa Tomada, 2006). Antología poética (Fundarte, 2010). Cercanas lejanías: reseñas sobre poesía venezolana (Casa Nacional de la Letras, 2014).  A ¼ de pensión (Casa Nacional de las Letras, 2015) Poesía. El Tigrón: cuento para niños (Editorial el perro y la rana, 2016. Premio Nacional del libro, 2018). Kanco y Ventarrón: cuento para niños (Editorial el perro y la rana, 2019) Juancho y su carretilla Lilí: cuento para niños (Editorial Ministerio de Ecosocialismo, 2022). Como investigador ha publicado los siguientes Catálogos: Diputación Provincial de Mérida; Sueño sobre rieles; El archivo de César Rengifo; Impresos de Valentín Espinal, Manuscritos de Francisco Herrera Luque, Manuscritos de Vicente Gerbasi, Manuscritos de Amábilis Cordero, Libros sobre la inquisición, Manuscritos de Miyó Vestrini, Publicaciones de la Asociación de Escritores de Venezuela (1930 – 1945).   Ha participado en programas de promoción de lectura en varios canales televisivos y emisoras de Caracas. Programas titulados Biblioteca Viva, Encuentro con los libros, La conversa, Cercanas lejanías en radio y Vencer es tradición.  

Fue Director de la Colección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Venezuela.



Obras disponibles:




Como un observador acucioso de las cosas mínimas de la vida, el vuelo insistente y rápido de una mosca ─presencia inevitable en nuestras vidas─, el silencio como un deseo permanente en la voz del escritor, o los elementos de un cuarto de pensión y la eternidad de objetos lejanos del vértigo de la vida, el poeta Gabriel Saldivia anota con detenimiento, casi como un cartógrafo, los cambios y las mudanzas de su periplo desde la ciudad donde nació para así recordar con la paciencia de un alarife, aquellos lugares en ruinas que miró desde niño y que ahora reconstruye en sus poemas.  Desde luego, el tema lo persigue sin cesar y por esa razón los va dibujando en sus textos y demás testimonios. Unas líneas sinuosas como la mosca que recorre su trashumancia con insectos, sin duda, son las que siguen:

 

Conoce tus debilidades, tus naturales imperfecciones

el sudor de tus miedos y temores, orientan y conducen

con asombrosa precisión a la mosca del tedio

que se adhiere con sus microscópicas ventosas

a los escudos doblados de tus inocultables derrotas.

 

La casa de la memoria ya no existe, se ha ido en su material investidura; y sin embargo, resiste ante el viento destructivo del olvido y el tiempo; así camina la poesía de Gabriel Saldivia, en sus noches insomnes en medio de otra ciudad que desaparece de a poco para dar paso a una modernidad que se impone sobre la ciudad derrotada, por las mismas bolas de hierro que destruyeron la Ciudad de El Tocuyo en 1950.

Construir los recuerdos con los convidados que pueblan su imaginario y que sólo habitan en la escritura de los poetas, es el oficio de Saldivia. El poema, como escribió Shelley: son los fragmentos del pasado y del porvenir, un solo poema infinito colocado, fragmento a fragmento en la página, para construir la casa del poema eterno.

Saldivia se desdobla en todos los personajes de aquella ciudad calmada y triste, que puede ser la de cualquiera. Puede ser un leñador, una puerta o una ventana, un insecto fastidiado, el personaje silencioso que nadie puede descifrar en su silencio profundo y enigmático; en todas estas formas, nuestro poeta se apropia de personajes y todo aquello que flota en la memoria, para mostrar a la ciudad no sólo su desgracia y encanto, sino también los cuerpos vivos que aún habitan el espacio perdido de su infancia al lado de las ruinas instauradas por el poder.


Julio Bolívar.

Escritor, poeta y editor.



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