Gabriel Saldivia
(El Tocuyo -
Edo, Lara, 1956)
Cursó estudios de Castellano y
Literatura en la UPEL y Letras en la Universidad Central de Venezuela.
Ha publicado los libros Concierto de Pasos (Barquisimeto, 1979).
Brasa de sol (Editorial La Oruga Luminosa, 1998). Ceniza inicial (Editorial
Eclepsidra, 2002). El Confesor (Editorial La Espada Rota, 2003). El Corroncho (Editorial La Casa Tomada,
2006). Antología poética (Fundarte, 2010). Cercanas lejanías:
reseñas sobre poesía venezolana (Casa Nacional de la Letras, 2014). A ¼ de pensión (Casa Nacional de las
Letras, 2015) Poesía. El Tigrón: cuento para niños (Editorial el perro y
la rana, 2016. Premio Nacional del libro, 2018). Kanco y Ventarrón:
cuento para niños (Editorial el perro y la rana, 2019) Juancho y su carretilla Lilí: cuento para niños (Editorial
Ministerio de Ecosocialismo, 2022). Como investigador ha publicado los
siguientes Catálogos: Diputación Provincial de Mérida; Sueño sobre rieles;
El archivo de César Rengifo; Impresos de Valentín Espinal, Manuscritos de
Francisco Herrera Luque, Manuscritos de Vicente Gerbasi, Manuscritos de
Amábilis Cordero, Libros sobre la inquisición, Manuscritos de Miyó Vestrini,
Publicaciones de la Asociación de Escritores de Venezuela (1930 – 1945). Ha participado en programas de promoción
de lectura en varios canales televisivos y emisoras de Caracas. Programas
titulados Biblioteca Viva, Encuentro con los libros, La conversa,
Cercanas lejanías en radio y Vencer es tradición.
Fue Director de la Colección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Venezuela.
Obras disponibles:
Como un
observador acucioso de las cosas mínimas de la vida, el vuelo insistente y
rápido de una mosca ─presencia inevitable en nuestras vidas─, el silencio como
un deseo permanente en la voz del escritor, o los elementos de un cuarto de
pensión y la eternidad de objetos lejanos del vértigo de la vida, el poeta Gabriel
Saldivia anota con detenimiento, casi como un cartógrafo, los cambios y las mudanzas
de su periplo desde la ciudad donde nació para así recordar con la paciencia de
un alarife, aquellos lugares en ruinas que miró desde niño y que ahora reconstruye
en sus poemas. Desde luego, el tema lo
persigue sin cesar y por esa razón los va dibujando en sus textos y demás testimonios.
Unas líneas sinuosas como la mosca que recorre su trashumancia con insectos,
sin duda, son las que siguen:
Conoce tus debilidades, tus
naturales imperfecciones
el sudor de tus miedos y
temores, orientan y conducen
con asombrosa precisión a
la mosca del tedio
que se adhiere con sus
microscópicas ventosas
a los escudos doblados de
tus inocultables derrotas.
La casa
de la memoria ya no existe, se ha ido en su material investidura; y sin embargo,
resiste ante el viento destructivo del olvido y el tiempo; así camina la poesía
de Gabriel Saldivia, en sus noches insomnes en medio de otra ciudad que
desaparece de a poco para dar paso a una modernidad que se impone sobre la
ciudad derrotada, por las mismas bolas de hierro que destruyeron la Ciudad de
El Tocuyo en 1950.
Construir
los recuerdos con los convidados que pueblan su imaginario y que sólo habitan
en la escritura de los poetas, es el oficio de Saldivia. El poema, como
escribió Shelley: son los fragmentos del pasado y del porvenir, un solo poema
infinito colocado, fragmento a fragmento en la página, para construir la casa
del poema eterno.
Saldivia
se desdobla en todos los personajes de aquella ciudad calmada y triste, que
puede ser la de cualquiera. Puede ser un leñador, una puerta o una ventana, un
insecto fastidiado, el personaje silencioso que nadie puede descifrar en su
silencio profundo y enigmático; en todas estas formas, nuestro poeta se apropia
de personajes y todo aquello que flota en la memoria, para mostrar a la ciudad
no sólo su desgracia y encanto, sino también los cuerpos vivos que aún habitan
el espacio perdido de su infancia al lado de las ruinas instauradas por el
poder.
Julio Bolívar.
Escritor, poeta y editor.Descargar: pdf
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