domingo, 26 de noviembre de 2023


 José Pulido

Villa de Cura, Aragua, Venezuela, 1945.


Poeta, narrador y periodista. Reside actualmente en Génova, Italia. Dirigió varias revistas culturales, así como las páginas de arte de los diarios venezolanos El Nacional, El diario de Caracas y El Universal. Fue jefe de redacción de la revista Imagen.

Ha publicado los libros de poemas "Esto" (1971), "Paralelo lelo" (1971), "Los Poseídos" (1999), "Peregrino de Vidrieras" (2001), "Duermevela" (2004), "Heridas espaciales y mermeladas caseras" (2019) y las novelas "Muro de confesiones" (1985), "Pelo blanco" (1987), "Una mazurkita en La Mayor" (1989), "Los mágicos" (1999), "La canción del ciempiés" (2004), "El bululú de las ninfas" (2007, II Premio Miguel Otero Silva de novela), "El requetemuerto" (2012), y "Ponzoña de paisaje" (2015). Además, es autor de los libros de cuentos "Vuelve al lugar que se te ha señalado" (1998) y "Los héroes son villanos tímidos" (2013).

Fotografía: tiberiades.org



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José Pulido, como dice su gran amigo, Enrique Viloria Vera, es un escritor de la vida, que ama la vida, y sólo por ese detalle es cuesta arriba escribir sobre él. En el caso de otras introducciones que hemos desarrollado, siempre nos hemos apoyado en la variedad de temas que suele manejar cierto escritor para luego exponer algunas ideas y así redactar una nota; sin embargo, en el caso específico de José Pulido, el asunto se torna un tanto complejo, pues para nuestro escritor ningún tema le es ajeno, de modo que su obra poética se encuentra repleta de una formidable variedad de matices, contextos, circunstancias, puentes, interconexiones y muchas otras cosas que podamos imaginar; sin embargo, lo que sí podemos asegurar es que todos esos elementos han sido acomodados dentro de una cápsula que está compuesta de un mecanismo fundamental: la conciencia.

Hemos sabido, de muy buena fuente, que a nuestro autor desde muy temprano la vida le dio a escoger entre una pala y un lápiz; pues ni modo, el lápiz pesa menos que una pala –suponemos que dijo–. Desde entonces se hizo periodista, cronista y un largo etcétera. En ese camino emergió, para beneficio de miles de lectores, el poeta, novelista y cuentista que ahora conocemos. Según palabras del propio Pulido, "todo lo que escribo por trabajo o por pasión lo hago como un pretexto para que la poesía lo posea", y luego remata diciendo: "Todo lo que he escrito ha gustado porque nunca he desvinculado la escritura de la poesía".

Es así como la obra poética de José Pulido, más allá del resto de sus ocupaciones que merecen un capítulo aparte, representan un espacio donde el escritor se realiza, donde permanece sólido e inalterable ante ciertos entornos críticos que le ha tocado vivir y que son propios de la existencia. De modo que leer su poesía nos enfrenta no sólo a todo aquello que nos pueda causar irritación, como la muerte, la injusticia, la incertidumbre, la tortura, el dolor y el maltrato; sino también con todo aquello que nos pueda hacer felices: el amor, el recuerdo, las palabras bonitas, la amistad, la belleza, pero también, curiosamente, ciertos trazos de humor e ironía que siempre son bienvenidos.

Por otra parte, la obra de José Pulido posee el encanto invalorable de una prosa gentil, ligera, que se ofrece y se entrega a sus lectores de forma abierta, sin reservas, sin expresiones forzadas ni frases que parecen escalar el Everest, sino más bien a través de versos que descienden lentamente hacia un bosque, una playa o un paraíso.

José Pulido, además de tantos libros que nos ha regalado, pasando por los reportajes, las crónicas, entrevistas, notas en internet, entre otros; es un autor muy activo en las redes sociales, lugar desde donde sigue dando rienda suelta a su magia como poeta. Como sabemos, nuestro autor desde hace algún tiempo vive en el viejo continente, eso significa que con respecto a nosotros lleva una ventaja de unas seis horas, de modo que cuando usted, sí, usted, querido lector, se levanta, José ya ha tomado café y posiblemente haya tomado un desayuno ligero para luego sentarse en su laptop y/o computadora para dejarnos a sus seguidores del otro lado varios poemas ilustrados que son la delicia de quien los lee.

Quien esto escribe ha bromeado con nuestro autor sosteniendo que, cada mañana, muy temprano, el cuerpo sólo necesita un CPPP.

–¿Qué cosa es eso? –preguntó José.

–Café, Pan y la Poesía de Pulido –respondí aquella vez.

Finalmente, sólo queda invitarlos a explorar mediante esta breve antología, los espacios creados por la magia de José Pulido: el mar, el renacer, el señor viejo de traje caro, el sueño de un niño de la calle, la mujer y el espejismo, la muchacha de la esquina que sale a pasear, la Plaza Venezuela y una que otra calle de Caracas, algunos animales, especialmente mi gato –que pudiera ser el suyo–, pero, sobre todo, unos ojos verdes en los que pudiéramos perder no sólo los barcos sino mucho más que eso.

El editor.


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Desde hace algún tiempo queríamos regalar a nuestros lectores una breve muestra de la obra cuentística de José Pulido, pero a su vez teníamos la idea de abarcar ese universo en tres tiempos, de modo que pudiera captarse, o más bien, hacer evidente, la evolución de nuestro autor desde la década de los ochenta del siglo pasado hasta nuestros días.

Es así que, buscando por aquí y por allá, en todo tipo de librerías, bibliotecas —nuestras y ajenas—, y un día, como le sucedió a Monterroso, encontramos oro. Se trataba de un libro que lucía maltratado y con las hojas envejecidas y cuyo nombre era: Detrás de esa columna de humo. El hallazgo, atribuido al poeta Reinaldo Chaviel, era una antología de la muestra narrativa de Caricuao y que fue publicada en 1988 por una editorial de nombre La Espada Rota. ¡Vaya usted a saber qué fue de dicha editorial! Lo cierto es que sus páginas contienen un curioso cuento de nombre ¿Qué serán Madreselvas?, cuyo autor era nada más y nada menos que un tal José Pulido quien, supuestamente, era un escritor de cierta experiencia, pero novel aún.  

Después de leer aquella joya, Reinaldo y yo nos miramos las caras y ambos coincidimos que, si aquello fue escrito por alguien “novel aún”, no queríamos ni pensar cómo lo haría cuando cayera sobre él todo el peso de la experiencia. Porque sin duda aquel cuento, como verán más adelante, queridos lectores, es realmente una pieza memorable, con un clima interior que maneja la cotidianidad de un personaje de nombre “Martinga”, y cuyo dolor aflora de manera intensa al enterarse de la muerte de su carnal. Hasta allí, todo bien, pero después el lector es llevado de la mano a una situación donde lo trágico se le viene encima, pero con la sorpresa de que al caer éste estalla en mil pedazos, pero de humor.

Completan esta breve antología dos cuentos:

La muerte de un amigo, pieza narrativa que muestra, de forma espléndida, las peripecias de un par de sinvergüenzas cuya amistad algunos ponen en duda, pero que, al dejar de dudar, terminan por cavar su propia tumba. Esta narración representa una muestra de alta factura, donde la picardía de los personajes principales es llevada hasta sus últimas consecuencias.

Finalmente, en tres strikes, El prospecto nos muestra una realidad que se pasea por todos nuestros campos de béisbol y que nos advierte, de forma atroz, pero a la vez irónica, que quien camina en círculos siempre llegará al mismo lugar.

Los tres cuentos que José Pulido amablemente nos ha regalado para formar parte de esta antología, dan cuenta de la naturalidad y pureza de su forma de narrar, de expresar situaciones comunes a través de una observación minuciosa para después dar rienda suelta a los mecanismos de la escritura, un lugar especial donde nuestro autor es capaz de reproducir imágenes que luego fluirán por un río colmado de buena literatura.

El editor.


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domingo, 19 de noviembre de 2023

 



Teófilo Tortolero

Valencia, Venezuela, 1936-1990

Fue un poeta y abogado venezolano. Estudió primaria en el colegio Don Bosco (Valencia) y secundaria en los Institutos «La Salle» y Liceo «Pedro Gual». Perteneció al grupo literario «Azar Rey» de Valencia (1968-1969) junto con Eugenio Montejo y J.M. Villarroel París. Jefe del Departamento de Publicaciones de la Universidad de Carabobo (1969). Co-Fundador de la Revista Poesía y Zona Tórrida.

Publicó los libros: Demencia Precoz (1986), Las drogas silvestres (1972), 55 Poemas (1981), Perfume Jaguaro (1984) y La última tierra (1990). Libro póstumo: El libro de los cuartetos (1994). Residió sus últimos años en la población de Nirgua, Estado Yaracuy, donde ejerció su profesión de abogado. 

 

Información tomada del blog:
“Vomité un conejito” de Silvia C. Navarro.
https://vomiteunconejito.wordpress.com/2020/05/18/poemas-de-teofilo-tortolero/



Obras disponibles:




La primera vez que escuché hablar de Teófilo Tortolero, poeta venezolano nacido en Valencia, Estado Carabobo, fue durante una tertulia en la casa de la Avenida Morán, Barquisimeto, Estado Lara. De aquello no hace mucho, tal vez un poco antes de la pandemia covid 19. En aquella oportunidad, el poeta Reinaldo Chaviel nos invitó para conversar sobre algunos poetas de interés. El encargado de llevar la batuta de la conversa fue el gran amigo Freddy Castillo Castellanos. Esa vez se habló de Montejo, de Pérez Só, y de un desconocido —para mí—, de nombre Teófilo Tortolero. Freddy, con su voz altiva, melodiosa y apasionada, nos pintó las imágenes más hermosas asignadas a unos versos mágicos, sublimes. Entonces me pregunté: ¿cómo rayos es que no conocíamos al poeta valenciano? Porque una cosa era cierta, de no haber coincidido aquel día con el amigo Freddy, quizá seguiríamos —y lo digo en plural porque muchos de los allí presentes desconocíamos la información—, alejados de una obra brillante, maravillosa y necesaria.

La poesía de Teófilo Tortolero, que desde entonces nos acompaña a todos lados, ostenta un estado de ansiedad y un sentido adverso de la vida; no obstante, disimulado por una poética fina, delicada y nostálgica. Sus versos se visten de un furor portentoso en el que predomina la belleza, adornada a su vez de un lenguaje sutil, agudo, que de alguna manera capta gran parte de un paisaje profundo, lleno de formas y de sensibilidad.

Como decía nuestro amigo Alberto Hernández, en Tortolero el poema es memoria, sustancia, elementos éstos que definen el paso de alguien de sombrero, guayabera blanca y una sonrisa perspicaz.

En todo caso, y siendo que su obra es lo que realmente importa, debemos expresar que en este acto damos fe de su vigencia, que su estirpe, tal vez secreta, atrajo a muchos lectores que se deleitaron leyéndolo. Esos versos, signados por una mezcla de elegancia, nos hace pensar en las posibilidades de la poesía, género éste que, aunque no puede salvar al mundo, ha quedado allí para intentarlo.

En la totalidad de su obra, de la cual extraemos esta humilde selección, podrá el lector apreciar sensaciones que se incrustarán en su ser, como si fuera parte de un proceso endémico que debemos sufrir, pero siempre para nuestro beneficio.

Sirva esta breve antología para volver a los predios de Teófilo, a su ilusión y espejismo, a ese ensueño que lo hizo libre para deleitarnos con su contundencia verbal.

Finalmente, queremos apreciar y agradecer el esfuerzo que por tantos años ha dedicado la Universidad de Carabobo, Venezuela, para dar a conocer la obra del gran poeta valenciano; sin embargo, y ante las dificultades actuales, desde la humildad y animados por el deseo de extender y mantener viva la llama de los versos del poeta, permítanos dejar aquí este trabajo para que todo aquel que aún no conoce su obra pueda hallar un camino a ella.

El editor.



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viernes, 17 de noviembre de 2023

 


José Luis Ochoa R.

Valle de la Pascua, Guárico, Venezuela, 1965.

Poeta, ensayista, médico psiquiatra y docente universitario. Ha publicado los libros "De Viajes y Encuentros" (poesía), "Cantos Hiperrealistas" (poesía) y "Ruinas Vivas" (poesía). Fue ganador del premio de poesía Fernando Paz Castillo (CELARG) en 1992. Su obra poética ha sido ampliamente reseñada en periodicos y revistas. Además ha sido incluída en varias antologías de poesía venezolana. Forma parte del grupo Maltiempo Editores.

Fotografía: laninfaeco.com



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José Luis Ochoa es, sin duda, una de las voces más lúcidas, directas y reflexivas de la poesía venezolana actual. Temas como la travesía, lo extraño, el sufrimiento, el dolor, la ansiedad, la contemplación, la ilusión y la esperanza, de alguna forman reescriben el lenguaje para adaptarlo a una realidad que a veces escapa o más bien, trata de escapar hacia puntos y geografías donde el rechazo pareciera no ser una amenaza. De esa forma, todos esos elementos de lo cotidiano, perfectamente visible en su poesía, desfilan apresurados hacia adelante, no sin antes dejar huella en cada uno de sus lectores.

En esta breve antología, Ochoa nos atrapa en sus redes: el sufrimiento de un animal, el sonido de unas tijeras, la voz de alguien que habla en el metro, el pesado harapo de un príncipe, el sentir del otro, y hasta el gato que persigue un fantasma, ¿o más bien un sombrero?, dan cuenta de lo enérgico de sus versos, pero a la vez nos muestra, con mucha elegancia, que lo simple muchas veces va más allá de lo estético, de lo convencional. Esta pequeña obra, más que mostrar un puñado de sus poemas traídos aquí de manera caprichosa, pretende seguir despertando el interés por una obra hermosa y perspicaz que puede, de alguna forma, reconfortarnos y hacer que nos reconciliemos con todo lo que nos agobia. Así que, sin más, y como dijo de Nerval, aquí dejamos el buen tiempo, una pequeña muestra de la obra de José Luis Ochoa.

Finalmente, al fondo de esta antología, el poeta Julio César Blanco Rossitto nos ha regalado un ensayo que versa sobre un acercamiento más nítido y sustancial de la obra de José Luis Ochoa, un texto cuya lectura recomendamos ampliamente.

 

El editor.


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lunes, 13 de noviembre de 2023

 


Lourdes Marina Mendoza Prieto

Valera, Estado Trujillo, Venezuela, 1960.


Es Licenciada en Educación, mención Castellano y Literatura, egresada de la Universidad de Los Andes, Núcleo Universitario Rafael Rangel (ULA-NURR) de Trujillo. Tiene estudios de posgrado en Literatura Latinoamericana de la ULA-NURR. Es docente jubilada con una gran experiencia profesional en diversas instituciones educativas del estado Trujillo. Es escritora de cuentos inéditos. Trece días y un después… es su primera incursión en narrativa.


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Dos dones definen el libro de Lourdes Mendoza, como testimonio de un episodio crucial de su vida, estos dones son: la fe y la gratitud. La fe, primeramente, en Dios, luego, en la Virgen, en su advocación de la Rosa Mística, en José Gregorio Hernández, en San Judas Tadeo. Cada presencia divina se convierte en luz y esperanza de su recuperación; todas sus creencias la fortalecen para confiar en sí misma y seguir adelante, avanzando en su mejoría definitiva. Igualmente, la autora ofrece su gratitud a cada persona que estuvo acompañándola en todo el proceso de recuperación de la enfermedad que padeció; cada amigo, médico, enfermera, colega o familiar recibe en el presente relato autobiográfico las expresiones de reconocimiento sobre el apoyo que cada uno le brindó en determinado episodio de su mejoría; bien, por el afecto que le han tenido a Lourdes, a quién cariñosamente llamamos Lula; bien, porque tal y como la misma autora lo reconoce, a todo lo largo de su libro, primeramente, la fe y la esperanza puesta en Dios, hicieron de su enfermedad un renacer, una nueva oportunidad, un ejemplo de resiliencia ante la adversidad. El testimonio de Lourdes Mendoza muestra la esencia de la vida como lucha continua, fortalecida en la creencia en Dios y el ejercicio espiritual de la gratitud.


 Libertad León González.


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